La gran revolución del mundo actual es Internet, que ha permitido el acceso a la información de cualquier persona.  Es la Biblioteca más grande del mundo.  Se publican miles de páginas cada segundo, con el agravante de que no se distingue fácilmente cuáles contienen información correcta y cuáles no.

Pero también tiene el agravante de que pone a disposición de los niños y jóvenes todo tipo de información, aún la que los padres no quisieran que tuviera.  Es posible aprender cómo hacer una bomba, un arma hechiza, ó enseñar cómo usar un cigarrillo electrónico, enseñar formas de vomitar, dirigido anoréxicos o concejos para adelgazar sin que los padres se den cuenta.

También hay que lidiar con las amenazas reales que los niños y jóvenes sufren.  El bullying cibernético y el acoso virtual, se ha convertido en una práctica habitual.  Los estudios muestran que muchos niños, muchos jóvenes se han sentido acosados sexualmente por personas anónimas que se las ingenian para obtener información de los niños y jóvenes.

Frente a este cuadro los padres no se puede quedar indiferentes.  Algo que es vital es que se informen de las tecnologías y den orientación y pongan límites.

De inmediato es preciso quitar Internet de las habitaciones y dejarla en un lugar de acceso familiar como la sala, el comedor ó un espacio dedicado a oficina o navegación de Internet, que implique la posibilidad de que la presencia de los padres u otros adultos responsables disuada al niño o al adolescente de navegar por páginas que no corresponde.  Del mismo modo, antes de dormir se les debe quitar los celulares, no sólo para evitar que ocupe tiempo en chatear, quitándole horas al sueño, sino además, para evitar al menos en parte la conexión con extraños.