Alguien me preguntó en una de mis conferencias, deme tres palabras claves para tratar a mis hijos y mi respuesta fue: estímulo, estímulo, estímulo.  Si vamos a hablar que sea para estimular no para criticar.

 

Muchos adultos solo le hablan a los niños y adolescentes cuando quieren destacar una conducta negativa.  El niño ó el adolescente se prepara mentalmente para lo que viene, porque está condicionado sólo a mensajes negativos sobre sí mismo.  Eso a la larga es devastador para su autoestima y para su progreso emocional.

 

Si vamos a hablar que sea para estimular y de manera honesta.  Un elogio que no suene convincente es percibido como una mentira y tiene el mismo efecto que una crítica.

 

Cuando nuestro hijo haga algo bien hay que estimularlo, animarlo, destacarle lo que hizo de esta manera el estímulo es tan gratificante que buscarán la forma de repetir una acción positiva para recibir otro estimulo.

 

De hecho, nuestros hijos están deseosos de estímulos, de una palabra amable, de un gesto que les diga que están haciendo las cosas bien y que son apreciados por ellos.

 

Cuando los adultos solo sabemos hacer críticas o destacar aspectos negativos, desanimamos y hacemos que nuestro hijo pierda interés en hacer algo bueno o en destacarse en lo positivo.

A más crítica más conductas rebeldes y autodestructivas.  Si no vamos a decir nada bueno, mejor calla.